luna creciente
Nací bisexual porque eso de elegir nunca se me ha dado bien. No puedo permitirme descartar a la mitad de la población (la mayoría ya se encarga solita de que eso termine ocurriendo). Nací bisexual, que no promiscua (eso ya es otra historia). Nací bisexual, lo que significa que ser indecisa, posar haciendo el símbolo de la paz cada vez que aparece una cámara, tener más anillos que dedos o llevar media melena con la raya en medio no me lo enseñó nadie. (Lo de guarra sí que tuve que ir aprendiéndolo.) Nací bisexual porque no me quedó otra (aunque no os mentiré: si pudiera elegirse, seguiría siéndolo). Nací bisexual. Tuve que seguir mis propios pasos, ser a la vez mi maestra y mi mejor alumna y actuar como la referente que no sabía que necesitaba. Nací bisexual y me empecé a fijar en los chicos cuando aún carecía de memoria (parece que le cogí gusto al disgusto, porque desde entonces no paré). Nací bisexual, me enamoré de mi mejor amiga a los quince, me rompió el corazón a los dieciséis, m